Eso fue todo lo que oyó, porque lo empujaron afuera sin brusquedad, pero con firmeza. Bajó los escalones de piedra. Sentía un torbellino en la cabeza. Y al llegar a la verja de oro se volvió por última vez. Debía de ser maravilloso estar todos juntos de ese modo, con alguien que te mime en una jaulita calentita y llena de amor. De nuevo emprendió el camino del pueblo. Los otros no lo habían esperado. Detrás de él, la verja, quizás empujada por una corriente de aire, volvió a cerrarse con un fuerte chasquido. El viento pasaba por entre los cerrojos.
El arrancacorazones, Boris Vian.
Editorial Tusquets.
Traducción de Jordi Martí
Está en la lista de libros más que ilustrables.
(Llegado el caso, con ilustraciones no recicladas)
10 comentarios:
precioso
Precioso, Sara. Precioso.
oh... me encanta Boris Vian
fantástica imagen para ese bonito texto :_) Me encanta, Sara...
todos necesitamos de nuestra jaulita. la moldeamos a nuestro modo pera convertirla en lo que queremos... aunque confieso que tu jaulita arbórea sería un buen lugar para estarse un tiempo...
Morante, a ver si es verdad y algún día te cae algo de Vian.
Muy expresivo tu árbol enjaulado. Curiosamente esa puerta abierta no supone un gran consuelo, parece como si fuera a cerrarse en cualquier momento; o peor aún, como si ya no importase.
Gracias, gracias a todos/as.
Boris Vian es grande, sí.
Iban, y qué más da si está abierta o cerrada, si por ahí no cabe ni podándolo :D
Es una jaula de oro, no hay que olvidar eso.
Besos!!!
de oro...pero jaula al fin y al cabo!
Maravilloso tándem… Morante-Vian
Besos ;)
:) Mariola, gracias.
Uve, pues sí, cierto es...
Gracias por la visita!
Publicar un comentario