Nací predestinada por mi belleza, ese perfume maldito. Mi madre no soportaba mirar mi cuna, así que mi padre me envolvió en un viejo chal de telarañas y me llevó a una feria. Allí me vendió por algo menos de lo que le hubiera costado una vaca. Viajé mucho, embalada en una caja forrada de almohadones. La gente entraba a la barraca a contemplarme sin pestañear. Yo giraba el rostro, comprensiva. Las mujeres ahogaban un quejido y se desmayaban, los hombres se quitaban el bombín y lo estrujaban entre sus manos. Los más valientes me insultaban, Hermosa, hermosa, mientras lanzaban con disimulo trozos pequeños de vidrio y agujas, como si con aquello pudieran cambiar las cosas. Un campesino loco quiso raptarme, pero el dueño de la barraca le pegó dos tiros. Fue mi primer muerto. Luego me compró un príncipe ruso para que le hiciera compañía a su esposa en su palacio de hielo, pero ella murió pronto, reseca por la envidia que le creció por dentro como una planta verdosa. Entonces su perruna doncella me tomó entre sus brazos y me desterró al desván, llorando como una niña al abandonarme, pensando que allí moriría de hambre, frío y soledad. No importa. Tengo todo el tiempo del mundo. Sé que en cualquier momento, quizás mañana o dentro de cien años, escucharé pasos en la escalera. Yo solo espero, erguida en un rincón a oscuras, cubierta de polvo y más bella que nunca, a aquel que nacerá solo para poder salvarme.
Texto: © Patricia Esteban Erlés
Ilustración: @ Sara Morante
Este texto forma parte del libro de cuentos de Patricia Esteban Erlés que publicará la editorial Páginas de Espuma y que gustosamente ilustraré.
2 comentarios:
y que con mucho gusto tenemos ganas de ver.... y leer, me ha encantado el texto, me gustan las historias algo más tristes. El dibujo es escalofriante ;)
¡Brillante texto y excelente ilustración! Enhorabuena a las dos. Saludos
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